martes, 25 de abril de 2006

Fiebre

Tengo escalofríos y un terrible dolor de garganta.
Mi encantadora amiga Paula me llama. Gritos y risas de mis compañeras al teléfono, “Si, claro” “Estoy que te creo” “Cuídate ah”.
Pero bueh, ahora estoy delirando. Y, como aun piensan con sus glándulas sebáceas, no me importa y trato de cerrar los ojos de nuevo.

La Pauli me llama cuando estoy enferma pero le carga que lo diga. Bueno, no es la primera persona a la que le da verguenza quererme. Ya sé que estoy un poco loca pero soy buena tipa.
El otro día nos perseguimos por la sala de computación, golpeándonos brutalmente y riéndonos como nunca. La Pauli, con su extrema delgadez, lanzaba los manotazos más fugaces y violentos que haya sentido, tanto que en un momento ni siquiera pude distinguir si seguíamos jugando o realmente nos odiábamos.
Al fin elegimos un computador y de repente las lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas, aun no entiendo bien por qué. Entonces la Pauli me miró y sus ojos se enrojecieron también. Y nos reímos a carcajadas, nos reímos mientras las lágrimas seguían recorriendo nuestras caras. Nos reímos y lloramos, todo a la vez. Un espectáculo preocupante y enfermo tan extraño que nos pedimos perdón, aun sin entender nada

Creo que soy incluso más adolescente que todas mis hormonales compañeras
Adolescente y agripada.
Y tomando asquerosa sopa
Puaj.