Los cuadernos están amontonados al lado de mi cama. Junto al reportaje de La Nación con Froda, al ladito de las Zonas antiguas.
Uno tiene una foto de Pergolini en la portada, otro de Feito (Y me siento un poco idiota), los de Garfield tienen las puntas dobladas, los que compré a última hora y les escribi, estúpidamente, canciones con plumón ya no tienen ni forma.
No sé que hacer para despedirme de ellos. En realidad no se si quemarlos, Mario Daniel sale guapo. Mejor les saco todas las tapas y olvidó lo demás.
Porque ahora lo único que me importa es olvidar.
Y no olvidarme del colegio. Vamos, tengo 15. No te emociones, no es que venga llegando de mi graduación.
De Las Teresianas? Qué más te puedo decir. Que finalmente todos mis amigos terminaron llamándolas "Las Tereshanas" espontáneamente. Que al final decidieron que "No es lo mejor para Andrea terminar el semestre con nosotros" (Si, y para Andrea es muy facil encontrar un colegio a mitad de semestre), que las paredes moradas con amarillo que tanto odié, ahora se ven lejanas.
De Las Tereshanas no saco nada, excepto cada estrategia para mentirle a mis padres, cada sonrisa falsa, cada abrazo apretado a alguien a quien acabas de hacer mierda mientras hablabas con tus amigas. Cada frase bonita y sin fondo, cada tip para romper promesas, cada técnica para esconder la verdad.
En las Teresianas solo aprendi lo que jamás debo enseñarle a mis hijos.
No me gustaba ir al colegio. Y no porque me exigieran trabajar, no porque odiara las matemáticas, no porque me quitaran horas de "carrete".
No me gustaba cruzar la reja, bajarme del auto, la presión en el estómago. Vértigo.
La calle atestada de blanco y negro, la rutina, la calma insoportable que produce hacer ejercicios de física frente a la estufa mientras el mundo se mueve afuera, mientras los titulares en las veredas te cuentan que están destruyendo las calles.
No soporto aparentar algo que no soy, que me dicten al oído lo que debo pensar, lo que debo ser, lo que debo creer, ni menos lo que debo callar (Porque en Las Teresianas esa es la palabra clave). Respetar a gente que derechamente no se lo merece , seguir reglas estúpidas (creadas por gente no muy inteligente), que me den cátedra del ciclo que debo seguir, de los valores que ni ellos mismos se creen.
Y las chicas con el jumper desabrochado hasta la mitad. Personas con los ojos perdidos, que juegan con números y vocales. Las escucho de lejos, las observo, distingo sus pinches idénticos, sus movimientos que me sé de memoria. Sus llantos antes de la prueba. Las fórmulas que olvidarán mañana, igual que yo.
Y la desesperación de gastar tardes enteras memorizando páginas que jamás volverás a ocupar. Les aseguro que en este mes sin ir a clases he aprendido más que en estos 11 años encerrada.
Las pelotas de papel y las cáscaras de naranja, no las echaré de menos. La gente que respeto la cuento con una mano, la que me importa, con la mitad. Y como todos ellos saben quienes son, porque siempre se los digo, no necesito mandar saludos como en un fotolog
Gracias a ellos, por mantenerme viva. Por se parte de mi, por soportar mi ansiedad, mis trastornos del sueño, mi hiperkinesis, mis pesadeces.
Me voy. Y no digo que será mejor. Pero cuando estás acostumbrado a, realmente, una dictadura mental (con toque de queda y todo), ver a una chica con el pelo morado colgada de un trapecio y una malla que te hace querer entrar pronto a clases y un adulto que te dice "Aqui los alumnos respetan solo a quien merece su respeto" es una emoción solo comparable a cuando al Divino Anticristo me dijo que Lagos había sido en su vida pasada Isidora Duncan.
Altamira se llama esto. Ahora espero que vivir en el psio 11 ya no sea tan tentador.
Y hoy, que no hay café de vainilla en todo providencia, que me agarró la lluvia en el camino, que Syd murió, que recibí la llamada del nuevo cole y que no supe si reir o llorar, si quedarse sería tan triste como irse, lo único que me hizo sonreir fue EL GATO!
Uno tiene una foto de Pergolini en la portada, otro de Feito (Y me siento un poco idiota), los de Garfield tienen las puntas dobladas, los que compré a última hora y les escribi, estúpidamente, canciones con plumón ya no tienen ni forma.
No sé que hacer para despedirme de ellos. En realidad no se si quemarlos, Mario Daniel sale guapo. Mejor les saco todas las tapas y olvidó lo demás.
Porque ahora lo único que me importa es olvidar.
Y no olvidarme del colegio. Vamos, tengo 15. No te emociones, no es que venga llegando de mi graduación.
De Las Teresianas? Qué más te puedo decir. Que finalmente todos mis amigos terminaron llamándolas "Las Tereshanas" espontáneamente. Que al final decidieron que "No es lo mejor para Andrea terminar el semestre con nosotros" (Si, y para Andrea es muy facil encontrar un colegio a mitad de semestre), que las paredes moradas con amarillo que tanto odié, ahora se ven lejanas.
De Las Tereshanas no saco nada, excepto cada estrategia para mentirle a mis padres, cada sonrisa falsa, cada abrazo apretado a alguien a quien acabas de hacer mierda mientras hablabas con tus amigas. Cada frase bonita y sin fondo, cada tip para romper promesas, cada técnica para esconder la verdad.
En las Teresianas solo aprendi lo que jamás debo enseñarle a mis hijos.
No me gustaba ir al colegio. Y no porque me exigieran trabajar, no porque odiara las matemáticas, no porque me quitaran horas de "carrete".
No me gustaba cruzar la reja, bajarme del auto, la presión en el estómago. Vértigo.
La calle atestada de blanco y negro, la rutina, la calma insoportable que produce hacer ejercicios de física frente a la estufa mientras el mundo se mueve afuera, mientras los titulares en las veredas te cuentan que están destruyendo las calles.
No soporto aparentar algo que no soy, que me dicten al oído lo que debo pensar, lo que debo ser, lo que debo creer, ni menos lo que debo callar (Porque en Las Teresianas esa es la palabra clave). Respetar a gente que derechamente no se lo merece , seguir reglas estúpidas (creadas por gente no muy inteligente), que me den cátedra del ciclo que debo seguir, de los valores que ni ellos mismos se creen.
Y las chicas con el jumper desabrochado hasta la mitad. Personas con los ojos perdidos, que juegan con números y vocales. Las escucho de lejos, las observo, distingo sus pinches idénticos, sus movimientos que me sé de memoria. Sus llantos antes de la prueba. Las fórmulas que olvidarán mañana, igual que yo.
Y la desesperación de gastar tardes enteras memorizando páginas que jamás volverás a ocupar. Les aseguro que en este mes sin ir a clases he aprendido más que en estos 11 años encerrada.
Las pelotas de papel y las cáscaras de naranja, no las echaré de menos. La gente que respeto la cuento con una mano, la que me importa, con la mitad. Y como todos ellos saben quienes son, porque siempre se los digo, no necesito mandar saludos como en un fotolog
Gracias a ellos, por mantenerme viva. Por se parte de mi, por soportar mi ansiedad, mis trastornos del sueño, mi hiperkinesis, mis pesadeces.
Me voy. Y no digo que será mejor. Pero cuando estás acostumbrado a, realmente, una dictadura mental (con toque de queda y todo), ver a una chica con el pelo morado colgada de un trapecio y una malla que te hace querer entrar pronto a clases y un adulto que te dice "Aqui los alumnos respetan solo a quien merece su respeto" es una emoción solo comparable a cuando al Divino Anticristo me dijo que Lagos había sido en su vida pasada Isidora Duncan.
Altamira se llama esto. Ahora espero que vivir en el psio 11 ya no sea tan tentador.
Y hoy, que no hay café de vainilla en todo providencia, que me agarró la lluvia en el camino, que Syd murió, que recibí la llamada del nuevo cole y que no supe si reir o llorar, si quedarse sería tan triste como irse, lo único que me hizo sonreir fue EL GATO!
Bueno. El que sabe, sabe. Y el que no, suicídese!... o vea la versión Chilena (o sea, lo mismo)
MENTIRA, NO SE SUICIDE.
MIRE DURO DE DOMAR!!!
DESDE EL MARTES 18 A LAS 23 HRS. EN
MIRE DURO DE DOMAR!!!
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CHILEVISIÓN
Suerte, HDP